domingo, 16 de noviembre de 2014

Las pelucas.


Los egipcios fueron buenos artesanos elaborando pelucas que se confeccionaban con cabellos naturales.

También eran populares las pelucas entre los pueblos asirio y fenicio.

En el lejano oriente, solo se usaban entre los actores de teatro, por ejemplo están las pelucas katsura usadas en el teatro tradicional Japonés. También eran usadas por las geishas.

Las pelucas también eran populares en la época clásica, en Grecia y Roma. En el siglo I A.C. tuvieron gran aceptación las pelucas rubias en Roma, confeccionadas con cabellos de los pueblos germánicos.

La Iglesia trató de eliminar en su uso por su relación con actividades festivas. En el 629 D. C. el Concilio de Constantinopla excomulgó a los cristianos que se resistieran a prescindir de dicho complemento. Así a partir de la caída del Imperio romano el uso de pelucas entró en decadencia.

En el siglo XVI se volvió a rescatar el uso de pelucas con la finalidad de compensar la calvicie. Por ejemplo a medida que envejecía la reina Isabel I de Inglaterra se fue haciendo con una importante colección de pelucas rojas, elaboradas y peinadas al estilo romano. Las pelucas también tenían el propósito de prevenir la tiña y los piojos, enfermedades muy frecuentes en aquella época debidas a las malas condiciones de higiene, así como encubrir la suciedad. El rey Luis XIII de Francia puso de moda a partir del siglo XVII que los hombres llevaran pelucas. La pelucas se introdujeron en el mundo anglosajón en la época del rey Carlos II de Inglaterra durante la restauración del trono en Inglaterra después de un largo exilio en Francia. Estas pelucas llegaban a la altura de los hombros, imitando los largos cabellos tan de moda entre los hombres desde 1620. Siendo las pelucas una prenda obligatoria para los hombres de prácticamente toda extracción social, el gremio de los peluqueros ganó un prestigio considerable. El gremio de los peluqueros se estableció en Francia en 1665. No es extraño que fueran pesadas e incómodas. La pelucas más caras se elaboraban con cabellos humanos, no obstante habían materiales alternativos más económicos como el pelo de caballo y cabra.

En el S.XVIII las pelucas se llevaban empolvadas, para darles su color blanco característico.



En la epoca georgiana en Inglaterra el primer ministro William Pitó impuso un impuesto para que quien quisiera usar una peluca empolvada lo pagase sin embargo al ver que era un impuesto ridiculo y desmesurado que los elaboradores de pelucas cobraban la misma gente opto por empolvarlas por si mismos con harina o cal.

En el siglo XIX existía una gran variedad de pelucas disponibles, si bien las pelucas completas no estuvieron de moda a lo largo de dicho siglo y a principios del XX, pues las utilizaban las damas mayores que habían perdido su cabello.

Hoy en día, una gran cantidad y variedad de productos cosméticos ayudan a solucionar la mayoría de los problemas capilares contra los cuales lucharon nuestros ancestros. Ahora, la peluca ha dejado de ser una necesidad cotidiana para convertirse en un elemento de diversión, de juego y de renovación en nuestras vidas. Mención especial merece el uso de las pelucas en aquellas personas que  han perdido el pelo por tratamientos médicos.




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