jueves, 27 de noviembre de 2014

Barbero.

LA HISTORIA DE LA BARBERÍA.

Barbero, una de las más antiguas profesiones que se está convirtiendo en una de las más modernas.

Entre los antiguos egipcios, los barberos eran personas distinguidas y respetadas. En la tumba Nº 45, en el Bajo Cementerio de Tebas, se halló  el primer barbero conocido, una estatuilla de 46 cm. de alto,  de cerca de 3.300 años de antigüedad.

La imagen representa al barbero Meryma’at. El era el encargado de afeitar a los sacerdotes del templo de Amón. Este era un ritual que se cumplía cada 3 días, y consistía en afeitarles íntegramente todo el pelo del cuerpo, del rostro y de la cabeza. Los egipcios pensaban que eso contribuía a la pureza de sus funciones sacerdotales.


Esta estatuilla, en la cual se ve a Meryma’at usando una falda con pliegues y con una peluca que adorna su cabeza, demuestra la importancia que tenían los barberos en el templo de Amón, y la alta categoría de su función.


En la Antigua Grecia, el oficio de barbero se volvió muy popular. Cerca del siglo V AC, el estilo de los hombres era de cabellos enrulados y barbas, las cuales recortaban, enrulaban y peinaban. A esta tarea se dedicaban los barberos. El arte de cortar y arreglar las barbas llegó a ser una profesión en la Antigua Grecia. Es allí donde se formaron las primeras barberías, que llegaron a ser puntos de reunión, como clubes, para los hombres, donde se reunían y conversaban sobre temas filosóficos, políticos o comunales.

Esas barberías eran para ellos tan importantes como punto de reunión como el Agora, la plaza pública. La tarea de estos barberos era, además de cortar y peinar los cabellos y barbas, masajearlos, cepillarlos y darles brillo con lociones, pomadas y cera de abejas. Como el pelo de los griegos era generalmente de colores oscuros, también lo teñían de rubio. El toque final era perfumarlos con esencias a base de flores y aceite de oliva. En el siglo III AC, Alejandro Magno conquista casi todo el Asia y pierde varias batallas contra los persas a causa de las barbas de sus militares. Los persas los agarraban fácilmente por las barbas y los desmontaban de los caballos, ganando superioridad en las batallas. Alejandro Magno dio entonces la orden en todos sus dominios que los soldados debían tener su rostro completamente afeitado. A mayores afeitadas, más trabajo tuvieron entonces los barberos, quienes ahora debían atender a sus clientes cada dos o tres días.

En el Imperio Romano, hasta esa época los hombres usaban barbas y cabellos largos. Pero la influencia de los griegos les trajo la moda de los barberos y las barberías. En el año 296 AC, Ticinius Mena, un senador romano, vuelve a Roma desde Sicilia e introduce la costumbre de las barberías. Los barberos se llamaban tonsores, y también entre los romanos, la profesión de tonsurar era muy respetada. Los romanos cuidaban mucho su aspecto, y pronto las tonstrinae (barberías), al igual que en Grecia, se volverán un punto de reunión y de sociabilidad importante para los romanos. La operación del afeitado de las barbas era hecha sólo con agua y navajas de bronce afiladas con piedras, o por medio de depilación con cera de abejas y pinzas depiladoras. Además de cortarles el cabello, los masajeaban, les hacían manicura y pedicura, y los perfumaban. E incluso en esa época los barberos comenzaron a hacer también extracciones dentales. Los patricios, gente de mejor posición social, tenían sus propios barberos dentro del conjunto de su servidumbre. Y las mujeres contaban siempre con barberos personales entre sus esclavos.


En el año 1096 los barberos de Francia formaron su primera gremio. En 1308 en Londres se creó la Worshipful Company of Barbers, que tuvo un Master of Barbers, Richard Le Barbour, quien una vez por mes visitaba y controlaba las barberías para supervisar si las prácticas eran bien realizadas y controlaba si los barberos estaban autorizados por el gremio. En 1371 los barberos franceses formaron otra corporación que duró hasta la Revolución Francesa.

Cuando se produce la caída del Imperio Romano y los pueblos llamados por ellos "bárbaros" invaden Europa, todos lucían muy afeitados. Pero los francos, visigodos, y los demás pueblos germanos traen la moda de los cabellos largos y las barbas. En la Era Medieval, se produce un ascenso importante en la actividad de los barberos. Todas las operaciones quirúrgicas habían pasado a manos de los clérigos, quienes eran las únicas personas ilustradas en la sociedad medieval. Los nobles, incluso, no sabían en su gran mayoría leer ni escribir. Los clérigos toman como asistentes de sus intervenciones médicas a los más capacitados para esa tarea, por entonces: los barberos, quienes estaban ya familiarizados con extracciones dentales y algunas otras curas menores. El Concilio de Letrán de 1123 prohibió la práctica de la medicina a monjes y sacerdotes. En el Concilio de Tours de 1163, el Papa Alejandro III prohíbe a los clérigos seguir realizando operaciones quirúrgicas. Y en 1215 el Papa Inocencio III lanza un anatema contra los clérigos que practiquen cirugía. Se declara que extraer sangre de seres humanos sería, de allí en más, un pecado de sacrilegio para los ministros de Dios. Como consecuencia, los barberos pasan a tomar en sus manos íntegramente estas funciones. La profesión de barbero adquiere entonces una categoría no conocida anteriormente. Y también comienza, en el transcurso de los próximos 6 siglos, una lucha y una competencia entre barberos y médicos cirujanos. Hasta la mitad del siglo XV los barberos continuaron haciendo cirugías y todo tipo de curaciones, sin mayores problemas. En 1450, en Inglaterra, los barberos, por decisión del Parlamento, quedarían restringidos a sangrías, extracciones dentales y corte y cuidado del cabello. En los siglos XVI y XVII, los barberos ocuparían altas posiciones en las cortes reales. Una ordenanza de Enrique VIII los autorizaba a recibir una vez por año cadáveres para diseccionar y estudiar anatomía humana.

Hasta 1745, las corporaciones de cirujanos funcionaron junto con las compañías de barberos. A partir de ese año, por decisión del rey Jorge II de Gran Bretaña, las corporaciones serán separadas y los barberos deberán limitarse a sus funciones de corte y arreglo del cabello. El rey Luis XIV en Francia tomará la misma medida pocos años después. Esto producirá una declinación y una pérdida de prestigio en la profesión de barbero. A partir de la 2a. mitad de l siglo XVII, las barberías se vuelven lugares frecuentados por gente de bajo nivel social, y los barberos pierden respeto y categoría social.


Los peluqueros tuvieron su período dorado durante el siglo XVIII, pero luego de la Revolución Francesa, como rechazo al Ancien Régime, las pelucas comenzaron a dejar de usarse, y resurgieron las tendencias de estilos basados en el cabello natural. En las cortes y en los Parlamentos, sin embargo, se siguieron usando pelucas empolvadas. Pero los peluqueros, durante el siglo XIX, comenzaron a trabajar cada vez menos, pues ya el uso de pelucas no era masivo. Siguieron trabajando en el corte, afeitado de barbas y diseño de peinados.


A pesar de que ya no estaban autorizados legalmente a hacerlo, en muchos lugares los barberos todavía seguían practicando sangrías y extracciones dentales, especialmente en los lugares donde no había profesionales de la medicina cerca. Pero a partir de 1850 esta costumbre desapareció totalmente. La profesión volvió a reorganizarse, entonces, basada solamente en el cabello.


Después de la segunda mitad del siglo XIX, había peluquerías en todos los pueblos y en todas las ciudades, y comenzaron a formarse también cadenas de peluquerías. Los barberos comenzaron a tomar nuevamente prestigio social y la actividad tuvo un resurgimiento, lo que motivó la búsqueda de nuevos estándares y regulaciones para darle más jerarquía a la profesión.


Al comenzar el siglo XX, los gremios comienzan a darle un nivel más científico a su profesión, con la asistencia de químicos, quiroprácticos, anatomistas y biólogos. En 1924 se fundó la Associated Master Barbers of America (AMBA) en Chicago. Este gremio actualmente se llama Hair International. Cuando si inician los primeros viajes en transatlánticos, las líneas navieras proveen a sus pasajeros de un servicio de barbería para lucir bien afeitados durante el viaje.

Durante casi todo el siglo XX las peluquerías fueron sólo para hombres o sólo para mujeres. Culminando la década del '70, entre los hombres se ponen de moda cortes y peinados con el cabello muy largo, con largas patillas y armados en permanente, o laqueados. Las peluquerías tradicionales masculinas, en general, no atenderán estos servicios, más acordes con la estructura de las peluquerías de mujeres, y entonces los barberos expandirán su clientela y atenderán a hombres y mujeres juntos. En la década del '80 serán cada vez más comunes las peluquerías unisex, y ya en los '90 este tipo de locales será lo más común. Actualmente todavía existen peluquerías sólo para hombres o para mujeres, pero son la minoría. La mayoría de los estilistas atienden a los dos sexos indistintamente.


Hasta hoy en día. Al parecer se separa nuevamente la peluquería masculina de la femenina.

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